Andrés "Puerta"

Dios existe y hoy lo he visto vestido vestido de azulgrana con el número 8 a la espalda. O quizás me equivoco, tal vez Dios ha querido hacernos revivir aquella noche del 27 de Abril, el mismo número que llevaba a sus espaldas, enviándonos de nuevo a un "chavalito" que se llevó a su equipo antes de tiempo y que cambió la vida de todo el sevillismo para siempre.

Se trataba de un jueves de feria, esa feria que acabamos de pasar cuyos trajes aún tenemos que recoger de la tintoteria, quizás por eso y para hacer justicia y premiar a los equipos que hacen que este deporte sea mas arte que once atletas correteando por un terreno de juego, nos ha devuelto por unos minutos a ese chaval del barrio de nervión, buena gente, amigo de sus amigos, simpático, humilde y querido por todos (¿os recuerda a alguien?) para que se vuelva a enfundar la camiseta y a encarnarse en alguien que tenía que tener los mismos atributos que él, los mismos "guantes en los pies" (diestra de diamantes en vez de zurda, Dios no quiere que todo sea tan evidente) para, en el último suspiro del partido, poner el balón en el mismo sitio que ya conocía, donde lo había mandado tres años antes, y hacer que toda España y todo el mundo del fútbol saltase de su sillón, olvidándose de nacionalismos absurdos, observando que se hacía justicia en el fútbol.

Este Barcelona, por su manera de concebir el fútbol se merecía esa final, al igual que se la merecía nuestro Sevilla aquella noche de feria del 2006. Este tal Andrés Puerta, por su manera de concebir la vida, se merecía volver a unir todos los colores de los que sienten este deporte.

Va por tí Antonio, va por tí Iniesta, va por el fútbol.