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sábado, 20 de marzo de 2010

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Al hilo de todas las conversaciones que han ido sucediendo tras el partido de champions, podemos sacar diversas conclusiones al respecto.
Jiménez ha salido a la palestra defendiendo su trayectoria profesional, y en este sentido no voy a poner en tela de juicio su dedicación y entrega. Esto ya de por sí otorga datos positivos para la entidad, y más si lo trasladamos a su hábitat anterior que era la cantera. Esa disciplina y exigencia en el trabajo, que él pide a los futbolistas que se están formando, son de primera necesidad para poder ser profesionales de este deporte. También, el sentimiento sevillista que transmite es de vital importancia para que el jugador de todo lo que tiene, dentro del terreno de juego, y aprenda a sufrir por lo que se anhela desde la intención y desde el corazón. Esto hay que ponerlo en el haber de este trabajador del Sevilla.
Quizás su éxito hubiese sido seguir avanzando y experimentando cosas en ese gran laboratorio que es el filial. Porque aquí sólo se le reprocha la falta de conocimientos para llevar una plantilla como la actual del primer equipo, y empecinarse en querer defender esa postura. No le hacemos de esto culpable sólo a él, evidentemente los que han autorizado ese puesto también lo son. Pero esas deficiencias de las que hablamos no han sido casualidad de dos o tres partidos, se han repetido constantemente, y todas esas situaciones están en el debe de este mister, que debió salvar los muebles en el momento en el que Juande nos fastidió, y retroceder con un bagaje de aprendizaje que le iba a servir para avanzar de forma más firme en el laboratorio filial para, después, en el momento oportuno saltar con suficientes poderes en su propiedad y abordar metas superiores. Lo cierto es que, por estas circunstancias, el sevillismo ha dejado pasar posibilidades de mayores éxitos, que si hubiesen sido negadas en buena lid no hubieran dado lugar más que a aplaudir y estar llenos de orgullo por los colores.
Si hay algo que no se debe pasar por alto es que si cualquier persona se sitúa en un cargo de responsabilidad como es este del que hablamos, hay que ser consecuente con las decisiones. No se puede ser Presidente de una entidad bancaria sin tener conocimientos de economía a nivel de un licenciado o doctorado. Y si esto se hace porque gusta el reto y hay posibilidades de llegar al cargo, entonces hay que asumir las responsabilidades inherentes a tal posición. Porque no se debe olvidar que se está representando a una masa social con sentimientos e intereses. Y que en muchos casos, tienen capacidad para poder dictaminar algún problema evidente dentro de la gestión, porque además poder pertenecer a la masa social y se puede tener los mismos conocimientos formativos que el que la preside. Y estar en disposición de argumentar los resultados. Este ejemplo genérico se puede trasladar a las situación sevillista. No se puede llegar a la cristalería, romper las figuritas e irse de rositas.... no!!!, ya que se ha hecho, al menos reconoce los errores y ponte a disposición, que será más honrado.
Evidentemente las cosas perfectas no van a salir siempre, pero una identidad futbolística como la que se ha ido forjando, no se debe eliminar de buenas a primeras. Y en este caso han sido a partir de decisiones flagrantes que han sido eco de muchas publicaciones deportivas del país. Como dije en otras ocasiones sólo había que seguir la línea, y una vez asentado, hacer los experimentos de forma progresiva para ver si son efectivos. Y no querer demostrar que yo soy yo y no tengo nada que ver con lo que ha realizado otro. Esto es como cuando hay cambios políticos en los organismos, entra el otro y todo lo que se había aprobado y presupuestado, pero no se había llevado a cabo, se paraliza y modifica. Aunque sea una cuestión positiva para la sociedad, pero como era idea del anterior se elimina y punto, ya que eso no suma como idea propia.
Conclusión, a seguir con lo que hay y a disgustarse lo menos posible. Que la suerte nos acompañe.
El barullo de coehlo.

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